
El dolor lumbar es una de las molestias más comunes en adultos. Puede aparecer después de un esfuerzo, una mala noche de sueño o sin una causa aparente. Aunque muchas veces es muscular y transitorio, en otros casos puede ser señal de una lesión más compleja.
Saber diferenciarlo es clave para evitar complicaciones.
El dolor lumbar se localiza en la parte baja de la espalda, entre las costillas y la pelvis. Puede presentarse como una molestia leve, rigidez o dolor intenso que limita el movimiento.
Entre las causas más comunes se encuentran:
Contracturas musculares
Provocadas por sobreesfuerzo o malas posturas.
Sobrecarga física o deportiva
Entrenamientos intensos sin descanso adecuado.
Hernias o protrusiones discales
Que pueden comprimir nervios y causar dolor irradiado.
Lesiones estructurales
Como fracturas o desgaste articular.
Generalmente es muscular cuando:
• Aparece tras un esfuerzo físico
• Mejora con reposo relativo
• No se irradia a piernas
• Disminuye con calor local o fisioterapia
Este tipo de dolor suele resolverse en pocos días con el manejo adecuado.
Es importante acudir al especialista si:
• El dolor no mejora después de varios días
• Se acompaña de hormigueo o debilidad
• Se irradia a glúteos o piernas
• Aumenta durante la noche
• Limita actividades básicas
Estos síntomas pueden indicar compromiso nervioso o estructural.
No siempre. En muchos casos, una buena valoración clínica es suficiente. Los estudios se solicitan cuando existen signos de alarma o el dolor persiste.
El tratamiento puede incluir:
• Medicación controlada
• Rehabilitación dirigida
• Corrección postural
• Tratamiento quirúrgico solo en casos específicos





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