
Las lesiones de espalda son una de las principales causas de dolor, limitación física y consulta médica tanto en personas activas como en quienes llevan una vida sedentaria. Pueden aparecer de forma repentina, tras un esfuerzo o accidente, o desarrollarse poco a poco por malas posturas y sobrecarga constante.
Entender qué tipo de lesión tienes y por qué ocurre es clave para evitar que un problema leve se convierta en una condición crónica.
Las lesiones de espalda abarcan cualquier daño que afecte músculos, ligamentos, discos intervertebrales o estructuras óseas de la columna. No todas generan el mismo nivel de dolor ni requieren el mismo tratamiento, pero todas deben evaluarse correctamente para evitar complicaciones.
Muchas personas normalizan el dolor de espalda y continúan con su rutina sin atención médica, lo que puede agravar la lesión con el tiempo.
Las más frecuentes incluyen:
Lesiones musculares y contracturas
Son causadas por sobreesfuerzo, malas posturas o movimientos bruscos. Suelen generar rigidez, dolor localizado y limitación del movimiento.
Lesiones ligamentarias
Ocurren cuando los ligamentos que estabilizan la columna se estiran o desgarran. Son comunes en caídas o movimientos inesperados.
Lesiones de disco
Incluyen protrusiones o hernias discales. Pueden provocar dolor que se irradia a brazos o piernas, hormigueo o debilidad.
Lesiones estructurales de la columna
Como fracturas vertebrales o desgaste articular. Son menos frecuentes, pero requieren atención especializada inmediata.
Las lesiones de espalda pueden originarse por múltiples factores:
• Permanecer sentado por periodos prolongados
• Mala postura al trabajar o entrenar
• Levantamiento incorrecto de peso
• Actividad deportiva sin preparación adecuada
• Caídas o accidentes
• Falta de descanso y recuperación muscular
En muchos casos, no existe una sola causa, sino la acumulación de varios factores.
Algunos signos indican que el dolor de espalda requiere valoración médica:
• Dolor persistente por más de una semana
• Dolor que aumenta con el movimiento
• Hormigueo, entumecimiento o debilidad
• Dolor que se irradia a brazos o piernas
• Dificultad para caminar o moverte con normalidad
Ignorar estos síntomas puede retrasar el diagnóstico y el tratamiento adecuado.
El diagnóstico inicia con una evaluación clínica detallada. No todos los casos requieren estudios de imagen. Radiografías, resonancia magnética o tomografía solo se solicitan cuando el médico identifica señales de alarma o sospecha una lesión estructural.
El tratamiento depende del tipo y gravedad de la lesión:
• Reposo relativo y control del dolor
• Rehabilitación y fortalecimiento muscular
• Cambios en hábitos posturales
• Tratamiento quirúrgico solo cuando está indicado
La mayoría de las lesiones de espalda mejoran con un manejo adecuado y oportuno.
Si el dolor interfiere con tu vida diaria, limita tu movimiento o no mejora, es momento de acudir con un especialista en ortopedia para recibir un diagnóstico preciso y un tratamiento personalizado.





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